viernes, 20 de enero de 2017

Ven Señor como dijiste, Derrama tu gloria!!


Estoy  sorprendida de lo fácil que era escribir antes, no sé si es por la falta de sueño, la falta de tiempos a solas o la falta de neuronas (¡vamos, con el tiempo ellas se deterioran!)

Se me entumen los dedos y los pensamientos.

Esta nublado, turbio, frío... y no solo me refiero al tiempo. Solo Dios sabe lo que depara el futuro, nuevos líderes asumiendo poderes y, al mismo tiempo otros deseando que dinosaurios políticos dejen sus cargos. Paradojas.

En todos los casos, en todos los tiempos sigue el clamor. Hay un deseo colectivo de querer, de que me quieran, de desear cambios, que alguien cumpla sus promesas, de mejoras, milagros, respuestas, anhelos. Es una hambruna interna, una tierra seca, agrietada y árida que da frutos amargos de tristezas, soledades, depresiones, suicidios y asesinatos.

Hoy más que nunca se hace evidente aquella palabra: "La creación entera clama a una la manifestación gloriosa de los hijos de Dios". Es pues que, somos nosotros los portadores de la gloria de Dios. Si nosotros no reflejamos Su gloria, difícilmente "alguien" podrá ver a Dios. O hay allá afuera un mundo ciego que no quiere ver, o unos creyentes carentes de todo... o ambas cosas. En todo caso, sólo una cosa es necesaria: volvamos a Dios.

Bien lo dijo El: "Sin mi nada podéis hacer".... y lo hemos intentado. Hemos sacado todo lo que "huele a Dios" de nuestras vidas. Casi puedo escuchar los pensamientos de quien me está etiquetando de "retrograda", "mente cerrada" e "intolerante", (no importa,respeto tu opinión, respeta la mía) Pero seamos honestos, los resultados hay sido catastróficos y luego preguntamos ¿Dónde está Dios? o decimos: Si Dios fuera bueno no permitiera tanta maldad... llamemos a las cosas por su nombre, no ha sido Dios quien ha abandonado al hombre, es el hombre quien ha abandonado a Dios.

Si tan solo intentáramos hacer las cosas diferentes, tal vez las cosas cambiarían. No sé, tal vez solo se trata de hace caso a esa hambruna interna y clamar a Aquel que hace de la Nada, Todo. Tal vez nos sorprendería Su respuesta.

No sé tú, pero hoy más que nunca me uno al clamor: Ven Señor, derrama tu gloria como dijiste.

"Y sucederá que después de esto, derramaré mi Espíritu sobre toda carne" Joel 2.28

``Porque derramaré agua sobre la tierra sedienta, y torrentes sobre la tierra seca; derramaré mi Espíritu sobre tu posteridad, y mi bendición sobre tus descendientes." Isaias 44.3