"¡No olvides quién eres!"
Tus palabras me sorprendieron,
sólo tú sabías a lo que me enfrentaría.
Un golpe de esa magnitud sólo se podía resistir
con el sonido de tu audible voz.
Conocías la condición del corazón,
conocías la intención, el futuro y la necesidad.
"¡No olvides quién eres!"
Tal vez, en mi debilidad lo hubiera olvidado.
Pero fue tan firme, ¡fue tan real!
Tal vez me pueda olvidar de quién soy,
pero jamás podré olvidar el sonido de tu voz.
Parece increíble, pero
¡Dios me habló!
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