Y al igual que la mayoría, estoy pensativa y meditabunda.
Estoy sumamente agradecida por todo lo recibido a lo largo de estos 12 meses, unos fueron muy buenos y otros no tanto, pero hemos llegado, y por gracia de Dios veremos nuevamente el comienzo de un año más. (a no ser que mañana me toque partir, jajaja... bueno, las posibilidades son remotas... estemmm...sólo bromeo).
En fin... ¡Tenía unas ganas inmensas de escribir! Ajetreada, como toda la vida y un tanto desparpajada (no sé si por tanto trabajo o por falta de organización) es poco el tiempo que tengo para estar a solas. Pero me encanta el hecho que Dios se las ingenia para hablarme aún en medio de mis tareas (lo digo con humildad).
Fue por allá a finales de Noviembre cuando iba manejando sola (hago énfasis porque generalmente mis niños van en la parte trasera del auto llorando, o gritando, o cantando, o ¡todo a la vez!) pero esta vez iba sola y de pronto, extrañé la tradicional algarabía, estaba haciendo alto en un semáforo cuando me percaté de tanto silencio.
Estaba un tanto preocupada por ciertas cuestiones, cuando del fondo de mi ser sale un clamor, y en mis pensamientos digo: "Sólo con que no nos falte la salud, oh Dios".
Y vino a mi mente un verso: "Muéstranos, oh Jehová, tu misericordia,
Y danos tu salvación." Salmo 85.7 RVR 1960
No sé por qué, pero inmediatamente recordé un episodio de mi vida de cuando era niña. Mamá había comprado una Biblia "inmensa", de colección, con pasta de piel color hueso y bordes dorados, muy bella a decir verdad, lo único que no me gustaba era que al tratar de leer un pasaje, no pude entenderlo. La traducción era muy complicada, con palabras de muy difícil comprensión para una niña, y que incluso hoy no logro entender.
Pero algo llamó mi atención. En esta Biblia, la palabra "salvación" era sustituida por "salud", de tal manera que el pasaje anterior se leía de la siguiente manera: "Muéstranos, oh Jehová, tu misericordia, Y danos tu salud." RVR Versión Antígüa
Nunca pregunté el por qué del cambio de palabras, y me guardé el interrogante.
Pues ahí estaba, sola en el auto, haciendo alto total. Y fue como si de pronto aquella vieja pregunta recibiera respuesta.
"Lo que la salud es al cuerpo, es la salvación al alma...
Si un cuerpo está enfermo, se encuentra limitado. No es libre de hacer lo que normalmente se espera que haga. Hay quienes están postrados en cama y lo que es tan común y cotidiano para el cuerpo que está sano (como por ejemplo caminar) al enfermo le resulta una tarea imposible.
El pecado es la enfermedad del alma...
Si un alma está enferma, se encuentra limitada. No es libre de hacer lo que normalmente se espera que haga. Hay quienes están postrados en amargura y lo que es tan común y cotidiano para el alma que está sana, (como por ejemplo amar), al alma enferma les resulta una tarea imposible".
Finalmente lo entendí.
"Muéstranos, oh Jehová, tu misericordia,Y danos tu salvación/salud."
Dios quiere que seamos sanos en todas las dimensiones de nuestra vida: cuerpo, alma y espíritu. De otra manera estaríamos incapacitados de hacer lo que se espera de nosotros. Y la salud/salvación que tanto necesitamos solo puede venir de El.
Entonces volví a clamar, solo que esta vez lo hice en voz alta: "Dios mio, que nunca nos falte Tu Salud y Tu Salvación." Me quedó una paz y una satisfacción de saber que si algún día mi cuerpo llegase a enfermar, me queda lo único más importante: La Salvación de mi alma, que a final de cuentas, es lo mismo que vivir en completa salud (aunque el cuerpo enferme).
Sé que suena a paradoja. Pero el que realmente entiende el valor de la Salvación, puede vivir libre y feliz, sin importar lo difícil de las circunstancias.
El semáforo cambió a verde. Unos minutos bastaron para cambiar toda mi perspectiva. Me fui dando gracias a Dios por sus innumerables e inmerecidos favores. "Lo volviste a hacer, mi Dios, volviste a usar un semáforo para susurrar a mi vida".
Y he sentido ese susurro a lo largo de este último mes. A un día de terminar el año, puedo decir: "Gracias Dios mío. No nos has dejado ni un instante." Razón suficiente para seguir caminando confiados en El.
Me despido, y te dejo con la siguiente frase que escuché por ahí y que apropié para mi vida. Y que estoy segura me esforzaré por recordarla:
"EL CAMINO PUEDE SER LARGO, PERO LA VICTORIA ESTÁ ASEGURADA".
¡¡Bendiciones!!
=D