"El alma que hablar puede con los ojos, también puede besar con la mirada".
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Sin duda, hay miradas que dicen mucho.
Creo que me he topado con algunas... cruzan en mi mente un par de ellas que por alguna extraña razón se quedaron grabadas en mi memoria.
Las he visto mirarme directamente y de frente. Tan opuestas como la luz de las tinieblas; unas tan llenas de rabia, y otras tan llenas de un entrañable amor que me afirmaron y afianzaron mi valor.
Miradas tiernas, tímidas, evasivas y enamoradas... miradas que me hicieron sonreír.
Miradas tiernas, tímidas, evasivas y enamoradas... miradas que me hicieron sonreír.
Por otro lado, conocí miradas inundadas de temor. Un temor paralizante que inmoviliza, que quita el color y hiela la piel.
He visto otras irradiando el fuego de una pasión, de una esperanza y un sueño, de esas que te quiebran la voz y te llenan los ojos de agua.
Pero son las miradas transparentes las imposibles de olvidar. Ellas gritan su verdad; Verdad que tristemente no supe escuchar, que no supe interpretar, porque en aquel entonces no sabía que los ojos también hablan... y que a diferencia de la boca, muy pocas veces saben mentir.
Me he cruzado con miradas que me han aplastado y otras que me han levantado...
Miradas cómplices a lo largo de una habitación donde supe perfectamente lo que decían sin necesidad de palabras.
Miradas que me persiguieron, miradas que evadí, miradas que buscaban, miradas de las que trataba de huir.
Miradas iracundas, de dolor, sin esperanza; miradas grises y resignadas... de ojos que pedían auxilio.
Pero también tuve miradas que movieron mi mundo... que parecían saber lo que pensaba... que me desnudaron el alma y que me hicieron bajar la mirada un poco sonrojada.
Las más bellas fueron aquellas que emanaban sabiduría, que me impulsaron hacía adelante y hacia arriba... Miradas que me llenaron de fe y de esperanza... que me alegraron el día.
Bien dice el sagrado libro:
"...tu bondad o tu maldad son reflejadas en tu mirada". (Mt 6:22-23 TLA)
"...(los ojos) ellos revelan nuestra personalidad." (Prov. 27:19 TLA)
Y termino citando lo que alguna vez escuché: "Nunca, pero nunca, menosprecies el valor de una mirada limpia".
Los ojos que saben sostener la mirada son los más hermosos, son aquellos que no tienen nada qué esconder, que no tienen nada qué ocultar. Independientemente de la forma o el color, una mirada sencilla y transparente en el rostro de quienes se dicen amigos, es una bendición que pocos podremos tener.
Y pido al cielo que tus ojos irradien la luz y la pasión de un corazón lleno de ilusiones y de esperanza; que las sombras de tristeza y depresión pasen de largo y no toquen a la puerta de tu corazón, y si así sucediera, que tu mirada sea lavada con lágrimas... de esas que se derraman en el silencio de aquellas oraciones que se hacen a media noche, ahogando los sollozos en la almohada para no despertar a los que se han dormido. Oraciones sin palabras donde sólo sale el llanto, con lágrimas que Dios interpreta y que usa para despresurizar el corazón, borrar el dolor y limpiar tu mirada para que tus ojos vuelvan a brillar.
Porque, "Por la noche durará el llanto, pero el gozo vendrá a la mañana" Salmo 30:5
Sin importar la eternidad de tus noches, ¡la mañana llegará a tu vida! Y deseo que con la luz de tu mirada puedas sacudir y cambiar mundos.
Mirándote a los ojos,
Martha Martínez de Valle.
Junio 2019.