miércoles, 28 de enero de 2015

Tic, Tac...


No puedo creerlo... Me veo buscando ideas para el festejo del tercer aniversario de mi nena.  !Pero, si ayer nació! El tiempo corre y siento que se me escapa como se escapa el agua entre las manos. Sus traviesas pisadas y sus sonoras carcajadas son cosas que quiero atesorar, pero siento que el tiempo va veloz.

Empezamos en diciembre a planear un evento para matrimonios en febrero, estamos a dos semanas y aun no estamos listos. ¡Éste tiempo! Cuando menos lo pensamos nos alcanza.... El lunes cambié de gimnasio, regresé a donde empecé mis entrenamientos por allá en el 2004...¡Dios mío! ¿En qué momento pasaron 10 años?

Y quiero detenerlo, pero no puedo. Me fuerza a seguir avanzando incluso en mi manera de pensar... las cosas en las que antes reaccionaba ahora debo pensar, reflexionar y accionar. Las reacciones a las acciones ya no son permitidas hay demasiado en juego... una emoción tóxica, una palabra a destiempo y una herida que no sana por más que pase el tiempo.

"Tiempos traen tiempos", dice mi padre, y mi abuelo decía: "El tiempo es buen amigo"

Tengo la sensación de tener que amistarme con él. No me gusta la manera en que avanza frenéticamente, desde las complicaciones para bajar de peso ("Es la edad, tu metabolismo cambia" me dicen) hasta el probar cremas para las líneas de expresión que me irritan y sacan granos. Algunas cosas están cambiando de eso no hay duda... y mi oración es: "Ayúdame a madurar con gracia".

Gracia es lo que pido... para poder recordar esas sonrisas y miradas de alegría de mis hijos, gracia para actuar de acuerdo a mi edad y no andar con niñerías, gracia para amar, gracia para tomar decisiones sabias que dejen herencia a los míos...

Porque la vida no espera, y el tiempo avanza... tic, tac... tic, tac... tic, tac...


Apurada,
Martha Martínez de Valle.
Enero 2015.


lunes, 19 de enero de 2015

En constante cambio



Necesito escribir, pero éste delicioso licuado de manzana con mango, avena, nuez y canela no me deja. Pausa tras pausa para dar otro sorbo... la verdad ignoro si es la mejor opción para la noche, supongo que en la mañana es mejor, pero bueno... prosigamos.


Este fin de semana ha sido de bastante aprendizaje. Todos los días al volver de la escuela de mi hijo, en la ruta, se encuentra una funeraria. No le daba demasiada importancia hasta un par de meses atrás. Tal vez porque varios días (muy seguidos a mi ver) vi personas con la distintiva ropa que evoca el luto, y sólo pensaba en la triste navidad y año nuevo que pasarían estas personas sintiendo la ausencia del ser amado.

En fin, la cuestión es que cada día que paso, me es un claro recordatorio que no tenemos la vida asegurada. En realidad ninguno de nosotros sabe cuál será el último día de nuestras vidas... así que eso me ha puesto a pensar. Tal vez sea tiempo de empezar a ser más observador y agradecer por esos pequeños grandes detalles de la vida, como el beso que mi nena me acaba de dar para luego irse corriendo a ver la televisión, pues empezó su programa favorito.

Pero somos muy distraídos.

Nos olvidamos de meditar en nuestras propias vidas y actitudes, para estar más al pendiente de la vida y las actitudes de los demás. Y somos rápidos para levantar el dedo acusador. Emitimos un rápido diagnóstico basado en nuestras percepciones y prejuicios, ignorando que, tal vez, podamos estar equivocados, y rápidamente, la mayoría de los casos, erramos el diagnóstico; olvidando que el que está libre de pecado es el que debe tirar la primer piedra.

La vida es cíclica. A veces nos toca estar en la cima y otras en el abismo. Lo bueno y rescatable de esto es que, no siempre permaneceremos en el mismo lugar. Ni los éxitos, ni los fracasos permanecen para siempre. Así que más nos vale saber esperar.

Esperar a ver qué depara la vida y en el proceso tratar de ser transparentes y misericordiosos. Así, cuando estemos en la cima no tendremos nada para avergonzarnos, y cuando estemos en el abismo, no sé, tal vez alguien se apiade de nosotros de la misma manera que nos apiadamos de alguien más.

Y te lo dice alguien tan renuente al cambio. Vivo consciente de que las cosas que conocí no permanecerán así por mucho tiempo. Por eso trato de aprender... aunque a veces soy pésima como estudiante.

Y el reto es aprender a vivir una vida en constante cambio. Para unos es atemorizante, para otros desafiante, y otros más aterrador. Pero si somos lo suficientemente valientes y tenaces como para permanecer y no tirar la toalla, aún cuando las cosas no salgan como esperábamos, tal vez... tal vez podamos alcanzar a ver aquello con lo que alguna vez soñamos.

Sé tenaz y permanece, que a la mañana llega el gozo de un nuevo día...


Ciclada.
Martha Martínez de Valle.
Enero 2015