Es fácil perderse en la vida.
Acelerada y sin piedad, la vida corre sin parar. Las responsabilidades y obligaciones, los compromisos y los desaires, todo conspira contra nuestra identidad, y es fácil perderse.
Malas amistades, malas decisiones, emociones que laten fuerte, acciones que nos hacen morder polvo. Y
es fácil perderse.
Alejarse demasiado de lo que fue y ya no es, y perder de vista quien solías ser.Es fácil perderse cuando la visión no va más allá de las paredes que nos rodean, del ir y venir cotidiano... rutinario.
Demasiadas voces gritarán a nuestro alrededor, y si no prestamos atención a aquellas que verdaderamente importan, saldremos confundidos.
Presta atención a aquellas voces que te traen de regreso a tu origen.
Aquellas que te recuerdan quién eres,
de lo que estás hecho,
y que reafirman el porqué estás aquí.
Justo cuando te sientas perdido, clama a lo alto, y la respuesta llegará: Una sonrisa, una melodía, o la llamada de aquella amistad de hace años.
Voces que te traen de regreso a tu origen, que te recuerdan que a través de ti, se puede ver la pureza, la dulzura, y la honestidad.
Tal vez por eso, por algún lado está escrito, que tu vida debe ser luz y sal.
Que en tus ojos se pueda mirar la transparencia de un corazón limpio, que de ellos salga la brillantez de un espíritu en paz porque sabe quién es en realidad, que no aparenta, que no pretende ser lo que no es, o que finge aquello que los demás quieren ver para tener un lugar; pagando el alto precio de negar su esencia.
Que tu vida dé sabor a quienes te rodean, simplemente porque tienen la dicha de estar a tu lado. No niegues esa calidez humana que emana de aquel que sabe quién es, que no se ha perdido en los estereotipos de la sociedad; sé ese alguien que puede prodigar una verdadera sonrisa a un desconocido, simplemente porque es un buen día.
¿Es eso mucho pedir? Tristemente lo es.
Se requerirá la habilidad de un luchador de zumo para resistir las embestidas de todas aquellas cosas y personas que querrán distraernos y llevarnos lejos de nuestro origen. Pero la lucha valdrá la pena, te sabrás lleno, te sentirás pleno. Y sobre todo, sabrás quién eres y para qué has venido.
Vuelve a tu origen, no te pierdas entre las volteretas de la vida, regresa a lo que Dios quiso que fueras: un reflejo de Su Esencia, de Su amor y Santidad.
Regresa a tu origen, regresa a Dios, tu Creador.
Martha Martínez de Valle,
Septiembre 2015.
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