Hace calor... no es de sorprenderse. Es lo habitual por estos rumbos. 42 grados ya estamos acostumbrados; 47 grados, bueno, ahi sí nos quejamos. Pero no se puede hacer un alto, las labores cotidianas tienen que seguir su curso. Lo único que podemos pedir es no enfermarnos de un resfriado, y yo ya siento malestar en mi garganta, ¡cielos!
¿Será el calor, será el cansancio con sus respectivos dolores de cabeza, será la nueva rutina? No lo sé. .. pero hoy fue uno de esos días que no nos gusta tener.
Noches de seis horas y dias de 18... y aun así no me alcanza el tiempo... y ese horrendo sentimiento otra vez: hoy no fuiste suficiente. ¿Acaso soy la única que se permite sentimientos así?
Siento algo enorme que me oprime el pecho. Ganas tengo de llorar, pero es tanto el cansancio que ni fuerzas tengo para hacerlo; como cuando tienes tanta hambre y del hambre que tienes ya ni hambre sientes... disculpame, sólo yo me entiendo.
Ahora me identifico con el salmista cuando decía "quien tuviera alas como de paloma, hacia a ti volara"... es ese sentimiento de querer alejarnos un poco, solo para retomar el aliento.
Suspiro...me perdono, te perdono, nos perdonamos... mejor ya no pienso.
Dejo todo de lado por hoy. Dejo todo en tus manos mi Dios. Agradecida estoy de que te acuerdas que tan solo somos polvo... tal vez eso explique el por qué de tantas fallas.
Así que, otra vez, ¡¡Me declaro incompetente, oh mi Dios!! Hoy, como siempre, ¡¡necesito de tus fuerzas!!
Dependiente,
Martha Martínez de Valle.
Septiembre 2015
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