Cómo me quejo de lo cansada que termino después de cuidar a mis dos tesoros.
La "gorda", como le decimos de cariño, ama las alturas y me la llevo bajandola de cuanto mueble puede treparse. Gracias a Dios hasta ahora no se me ha caido ni golpeado.
El "niño" está en esa étapa en la que no quiere compartir sus juguetes, y entre llantos de "no, deja que eso es mío!!", lloriqueos de la beba porque su hermano no la deja participar del juego, de gritos: "David Nicolás cierra ese refrigerador, "Martha Adaiah, bájate del escritorio de papá", "No se acerquen a la estufa", "Comparte tus juguetes", "No jueguen con el agua", etc, etc... Termino rendida. Y eso es todo los dias y a veces un poquito más.
Así es, Yo sabía que en el paquete de la maternidad no venían las instrucciones, pero nadie me dijo que tampoco añadían la paciencia, esa uno tiene que encontrarla a cómo de lugar.
Pero esta semana ha sido diferente, desde el domingo mi niño empezó con un resfriado y tos. No me había preocupado porque no había temperatura, pero la madrugada del miercoles nos despertó su fuerte tos. Se me hizo eterno hasta la mañana para llevarlo al doctor. Antibióticos, antiestáminicos y desinflamatorios. Bueno, todo bien hasta anoche. Anoche comenzó la temperatura. ¿por qué todo lo referente a enfermedades tiene que suceder entre dos y tres de la mañana?
Otra vez, se me hizo largo para que amaneciera. Llamé al doctor. Paracetamol y naproxeno añadidos al coctel de medicamentos. Gracias a Dios su ánimo estuvo intacto todo el día. Jugó y pedía mi compañía. Se alegró al ver que mandé pedir pizza, ¿Qué otra cosa puedo hacer para alegrarle el día a un inquieto niño de casi cuatro años al que se le ha prohibido salir? Pizza y caricaturas fue nuestra cita de esta noche. Cabe mencionar que mi esposo y mi niña salieron con su abuela. Así que esta tarde fue sólo para nosotros dos. Y la disfruté entre risas y chequeos de temperatura.
Ahorita él duerme. Y aunque sé que tiene que descansar, no me agrada verlo tan pasivo. Prefiero verlo brincar y negarse a ir a la cama. Prefiero regañarlo porque es tarde y que me responda que mañana no tiene que ir a la escuela.
Mi corazón se me hace chiquito. Oro, oro mucho por su pronta recuperación, oro por un milagro. Después recuerdo que él está en manos de Dios y que tal vez exagero un poco, es sólo un resfriado. Ah, pero cómo deseo dar mi salud por la de él.
Cómo se aman estos pequeños pedazos de carne. Nunca imaginé poder amar tanto a una personita. Deposito en él mis más grandes deseos para su vida. Lo pongo en manos de mi Fiel Dios, y espero, tan solo espero a que llegue otra vez el tan añorado amanecer...
No hay comentarios:
Publicar un comentario