"Tiempos traen tiempos" me dice siempre mi padre.
Desde que tengo uso de razón, recuerdo estar siempre añorando el mañana. No lo sé. No soy de las que le abruma pensar en el futuro. Al contrario, me emociona. Siempre estoy pensando en lo que haremos, el problema es que... al parecer, Dios no tiene la misma prisa que yo.
Ahí es donde entro en conflicto.
Dicen mis padres y parientes que el día del festejo de mi primer aniversario simplemente me solté corriendo. No caminé, ni tambaleé, sólo corrí. Y ese mismo impulso es el que he llevado conmigo toda la vida, siempre quiero correr... pero debo reconocer que hay sobre mí una mano mucho más fuerte que mi propia voluntad, y que me ha forzado a frenar y aguardar a los tiempos que El ha preparado para mi. Hablo de mi Dios.
Y aunque he renegado y llorado, al mirar atrás no me pesa, pues como dice el sagrado Libro: La Biblia, "Todo lo hizo hermoso en su tiempo".
No lo sé. Sigo esperando... me abruma estar en este estado. Pero hay cosas que aún debo aprender, de lo contrario puedo echar todo a perder. Dicen que el salmista tuvo que esperar diez años para ser rey, y que en ese tiempo Dios pulió en El la humildad que necesitaba para dicho lugar de privilegio.
¿Quién sabe qué es lo que Dios quiere hacer brotar en mí? Lo único que sé es que sigo esperando.... Tal vez quiera enseñarme paciencia, la verdad, no he sido muy buena alumna que digamos.
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