Anoche me dormí a la 1.00 a.m. porque mi niña no tenía sueño... sólo dos horas después se despierta llorando pidiendo agua, así que tuve que levantarme, darle su vaso y no recuerdo mucho después de eso.
Sonó el despertador a las 6.00 am, no pude levantarme, sonó a las 7, consideré por un momento el que mi niño no fuera a la escuela, pero recordé la carita de alegría con la que llegó el miércoles cuando les dijeron que hoy viernes tendrían su clase de cocina y les enseñarían a hacer galletas. Hice un esfuerzo, me levanté y comenzó mi día...
Poco sabía de los pequeños detalles un poco complicados con los que me enfrentaría. Al estar guardando los libros de mi hijo en su mochila, me doy cuenta que no había visto una invitación de cumpleaños para hoy, la tercera en la semana.... me sentí frustrada. "Tendré que ir a comprar otro regalo"- pensé.
- ¿Mamá, ¿compraste los ingredientes que me pidieron para hacer las galletas?
- No, pero ahorita que te deje en la escuela voy por ellos y te los dejo de vuelta.
Mi hijo no quedó muy convencido.
Al ir de camino, un carro no respetó el alto y casi chocamos. Gracias a Dios por los reflejos, y de verdad me siento realmente agradecida, si recuerdas, mi condición no era la más favorable: desvelada, desalineada, sin celular (para llamada de emergencia) y con sólo media taza de café en mi sistema.
Al llegar mi hijo nota que sus compañeros llegan con regalos en las manos.
- Mamá, yo no llevo regalo.
- Si amor, ahorita voy por el y te lo traigo.
Otra vez, no quedó muy convencido.
Me fui a buscar lo prometido, al llegar a las cajas, sólo dos estaban funcionando. Una tenía unas tres personas delante de mi y la otra, únicamente una, así que me fui por la segunda.
Hay una cosa que no logro entender. No importa cuál caja escoja, casi siempre me toca que hagan el corte. Terminaron de atender a la persona delante de mí, y la cajera empezó a hacer esos peculiares movimientos de rutina: "No, no, no, no, no, noooo...... no haga el corte"- pensé.
Quedé atorada entre la cajera que hacía el corte y otras tres personas que ahora estaban detrás de mí...tuve que esperar a que terminara, y mientras tanto pude ver como se iban una a una las personas que hubieran estado delante de mí, de haber escogido la otra caja. Gracias a Dios la cajera fue muy amable y eso compensó el tiempo de espera.
Llego a la escuela y me estaciono a pocos metros de la entrada. Error.... Estoy segura que casi todos me vieron envolver el recién comprado regalo dentro del auto. "Soy una pésima madre"- no podía dejar de pensar, mientras cortaba con mis dientes la enmarañada cinta y pegaba el moño y miraba a otros niños llegar con con sus regalos ya envueltos en las manos.
Bajé del auto con regalo e ingredientes para galletas en la mano y se los entregué a la profesora. Fue ahí dónde me dí cuenta que no me había maquillado, no me había puesto los zapatos sino unas sandalias, estaba despeinada y en pocas palabras, toda desparpajada.
Todo el camino de regreso me pregunté ¿cuándo dejaré de ser tan desorganizada?... salgo de todos mis compromisos con mi peculiar des-organización... supongo que así soy yo.
Al fin, después de una hora y diez minutos llego a casa. Al estar abriendo la puerta pasa un carro y de el se escuchaban salir unos alaridos, los identifiqué bien, recordé haber escuchado algo igual hace algunos años cuando visitábamos a una familia que tenían a un hijo "especial" que no podían controlar. "No te vayas a asustar con sus gritos"- me dijo mi madre en aquel entonces.
Agradecí a Dios que mis mañanas no son tan complicadas como las de muchos allá afuera. Agradecí todo lo que me ha dado y admiré aún más a todos aquellos padres que como yo, se levantan temprano, aunque no quieran hacerlo, atienden a sus hijos, les llevan a la escuela en transporte o a pie, y después se van a trabajar ocho horas diarias para darles los pequeños o grandes lujos que se puedan permitir; y más aún, admiré y aplaudo la tenacidad y fortaleza que tienen esos padres para dar a sus hijos con necesidades especiales toda la atención y cuidados que ellos necesitan.
No, mi mañana no fue tan complicada. No, no soy tan mala madre, y no, no voy a permitir que unos cuantos detalles arruinen el resto del día... así que entré directo a la cocina y me preparé mi desayuno junto con una gran taza de café.
Bendiciones!!
Martha Martínez de Valle
Octubre 2014.
¡Hola a todos! Este es mi pequeño espacio en el que puedo alejarme del mundo y concentrarme sólo en mis pensamientos... Lo llamo: "Mi lugar Secreto..." Aquí escribo todas esas cosas que, por una u otra razón no son tan fáciles de decir, pero sí de escribir... Así que, !Bienvenido! te dejaré escuchar mis pensamientos.
viernes, 17 de octubre de 2014
Qué mañana!!
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