viernes, 28 de junio de 2013

Dios escucha...

"El oyó mi voz desde su templo..."

Cuando nuestras vidas agradan a Dios podemos tener la confianza de que Dios "siempre nos escucha" (Jn.11:42)

Y no hablo necesariamente de tener vidas perfectas, aunque en alguna parte de las Escrituras se nos exhorta a "ser perfectos como nuestro Padre que está en los cielos es perfecto", no se refiere a  vidas sin errores sino a "desear y apuntar hacia la perfección, y seguir adelante en gracia y santidad... De tener la intención de conformarnos a la imagen de nuestro Padre celestial, ya que se espera más de los seguidores de Cristo que de los demás".

No, Dios no espera que vivamos vidas libres de errores, El nos formó y sabe de nuestras fallas como humanos, "se acuerda de que somos polvo". Él es realista al saber que fallaremos. Si no me creen, pregúntenselo a Pedro. 

Jesús sabía que Pedro le iba a negar, incluso se lo dijo: "antes de que cante el gallo me habrás negado tres veces". Y de igual manera, Él sabe cuántas veces más habremos de pecar de aquí hasta nuestro último respiro, pero eso no le preocupa, de echo ya tiene todo solucionado. Él sabe que su Sangre es suficiente para perdonar todos nuestros pecados y no solo los nuestros sino los de toda la humanidad; trata de imaginar el poder de Su sangre para poder perdonar todos los pecados de 7 billones de personas en el presente año, más los pecados de los que vivieron dos mil años atrás y los que vivirán hasta que el mundo se acabe. No, el pecado no le tiene preocupado, ese asunto ya fue solucionado.

Sabía que Pedro iba a fallar, sin embargo, no por eso le dejó de amar. Incluso dias después, cuando Pedro se sentía reprobado, le fue a buscar y lo llamó por su nombre y le preparó un platillo para comer y lo confrontó con el verdadero problema: "Pedro, ¿me amas?".

Jesús dejó en claro que no es el error sino el amor lo que le importa. El quiere saber si hay amor en el asunto. Siempre y cuando haya amor en nuestro corazón hacia Dios, no importa cuántas veces tropecemos, el amor triunfará. Dios es amor, el amor nos levantará, ya que sin amor, nada somos.

Y no es que tengamos luz verde para pecar, "al cabo que Dios me perdona". No, repito: el enfoque no está en el error, sino en el amor.  Si nos enfocamos en el error, seremos legalistas y No se trata de tener una lista de lo que no se debe hacer porque es malo; en cambio si el enfoque es el amor,   no querremos hacer lo malo porque amo a mi Dios.

Dios sabe que somos humanos y que somos imperfectos, pero sabe que nacimos con la capacidad de aspirar a ser mejores cada día para parecernos cada vez más a nuestro Padre celestial. Él sólo mira el corazón. Él mira y se pregunta: ¿hay amor en nuestra relación?, ¿me amas, Pedro, me amas?

Pareciera una paradoja, amamos a Dios y le fallamos. Imposible no fallar, somos humanos, débiles e inconstantes, para nuestra vergüenza y al mismo tiempo para nuestra ayuda, Él ya lo sabe... Y ahora tú lo sabes. Lo que necesitas saber es: ¿todavia hay amor en tu corazón para Dios?

Cuando Dios mira ese amor en tu interior sabe que eres "conforme a Su corazón". Pregúntaselo al Salmista. Cuando tu corazón es para con Dios, a pesar de lo bien o mal que hayas actuado, puedes acercarte a Él con la confianza de que te escuchará. Sus oídos jamás estarán cerrados al clamor de quien aún siente en su corazón, la a veces débil, punzada de la llama del amor. 

Tus errores y a veces horrores no le asustan. Si has caido, ¡clama, no calles!, su oido esta esperando escuchar tu voz. Habrá quiénes el pecado les ha revolcado y golpeado tanto que ni fuerzas tienen para hablar, no importa, tal solo un gemido, un simple quejido será suficiente, él escuchará.

"En mi angustia invoqué a Jehová, y clamé a mi Dios. Él oyó mi voz desde su templo, y mi clamor llegó delante de Él, a sus oídos" Salmo 18:6

¿Le amas? Eso es todo lo que importa. El escuchará...

Martha Martínez,
Junio 2013.

jueves, 20 de junio de 2013

Para ganar almas en la calle hay que dar clases en el aula...


Una vez escuché a un joven decir: ya basta de clases sobre noviazgo y sexualidad en la iglesia, lo que necesitamos es salir y hacer algo para ganar almas.

A lo que estuve de acuerdo y a la vez no. Es verdad que tenemos que ganar almas para Cristo, esa es nuestra gran comisión, de eso no discuto ni tengo nada que alegar. Pero de lo otro...

Poco tiempo después llega otra persona conmigo a desahogar sus penas en una plática tipo ministración. Su mundo se derrumbaba porque a estas alturas de la vida sus padres habían decidido divorciarse. Mientras le escuchaba no podía dejar de pensar que no importa la edad que se tenga, el divorcio siempre trae destrucción en menor o mayor grado. A más de sus 20 años de edad por primera vez sentía una incertidumbre e inseguridad que jamás había sentido y ahora dudaba de todo y de todos, hasta de si su futuro pudiera ser prometedor.

Al ver sus lágrimas y su mirada vacía me ardió el corazón. Tal vez porque muchos años atrás yo era una niña de 5 años que atravesaba por este mismo dilema, pero que gracias a Dios mi hogar no se destruyó.

Por lo tanto he llegado a una conclusión: A no ser que te vayas a las naciones de misionero para ganar almas para Cristo, lo mejor que podemos hacer el resto de nosotros es: encontrar una buena pareja con la cual podamos pasar el resto de nuestras vidas juntos hasta que la muerte nos separe, literalmente, "Hasta que la muerte nos separe". Así podremos criar hijos espiritual y emocionalmente sanos, seguros de sí mismos y firmes en una fe que puede hacer frente a cualquier situación que amenace con la destrucción, porque han sido testigos de ello en sus propios hogares.

Personas así, serán la solución a una sociedad decadente que no sabe distinguir entre el bien y el mal porque en algún momento de sus vidas fueron dañados, se sintieron defraudados o abandonados. Hogares firmes e hijos felices serán el mejor testimonio por el cual "el mundo" quiera tener lo que tienes: Un Dios vivo y real en tu corazón.

De ahí la importancia de enseñar a nuestros jóvenes a escoger bien a su futura pareja. Clases de noviazgo y sexualidad que enseñen a no unirse en yugo desigual, y no solo me refiero a la fe; de escoger a la persona con quien se tienen intereses, valores y metas en común, y no hacer caso a aquello que dice que "los opuestos se atraen", cosa que es verdad, pero que rara vez perdura ya que es prácticamente imposible pasar toda una vida con alguien en lo que difieres casi en todo, por ser precisamente eso: opuestos.

Maestros que enseñen, aun en contra de lo que la sociedad grita y señala por pasado de moda, una vida de pureza sexual, sabiendo que es mucho más lo que se pierde que lo que se gana al explorar lo prohibido... cosa contraria cuando se tiene la bendición del matrimonio.

Matrimonio, palabra y concepto cada día más degradado y pasado de moda... Debemos enseñar de la dicha del mismo. Debemos rescatar aquellos valores y principios que Dios estableció desde el comienzo.

Y se cumple la Palabra de Dios cuando dice: "en aquellos tiempos a lo malo llamarán bueno y a lo bueno llamarán malo"...

... Ayúdanos Dios!!

Quiero aclarar que al escribir estas líneas no es mi intención juzgar, estoy completamente consciente que para algunas personas las circunstancias no les dejaron otra opción y ahora tienen que caminar sin una pareja a su lado. Me duele pensar que hay hombres y mujeres que tuvieron que huir de esa relación destructiva por bien propio y de sus hijos, por violencia, uso de drogas y cosas peores... De aquellos que tuvieron que decir: "No más"... No se sientan ofendidos, al contrario, rogamos a Dios por su pronta restauración.

Escribo para aquellos que aún pueden evitar pasar por el infierno de la separación, para aquellos que aún pueden aprender de los consejos y de los errores de los que ya nos precedieron.

Hagamos esto sin descuidar aquello: ganemos almas, pero no olvidemos enseñar fuertes bases a nuestros jóvenes para producir matrimonios fuertes, familias fuertes, y eventualmente, la firme sociedad con la que hemos soñado.

Martha Martínez,
Junio 2013.