miércoles, 14 de agosto de 2013

Cuando la oscuridad es necesaria

El primer día de la semana, muy de mañana, cuando todavía estaba oscuro, María Magdalena fue al sepulcro y vio que habían quitado la piedra que cubría la entrada. Así que fue corriendo a ver a Simón Pedro y al otro discípulo, a quien Jesús amaba, y les dijo: —¡Se han llevado del sepulcro al Señor, y no sabemos dónde lo han puesto! Pedro y el otro discípulo se dirigieron entonces al sepulcro. Ambos fueron corriendo, pero como el otro discípulo corría más aprisa que Pedro, llegó primero al sepulcro. Inclinándose, se asomó y vio allí las vendas, pero no entró. Tras él llegó Simón Pedro, y entró en el sepulcro. Vio allí las vendas y el sudario que había cubierto la cabeza de Jesús, aunque el sudario no estaba con las vendas sino enrollado en un lugar aparte. En ese momento entró también el otro discípulo, el que había llegado primero al sepulcro; y vio y creyó. Hasta entonces no habían entendido la Escritura, que dice que Jesús tenía que resucitar. (Juan 20:1-9 NVI)


Juan el que llegó primero pero se quedó fuera,
Pedro el que llegó después pero que sin dudar entró.

Me encanta cómo se plasman sus personalidades, y es que sin importar nuestros temperamentos, Dios no hace acepción de personas.

Se les había dado una promesa, que el Hijo de Dios al tercer día resucitaría, pero en todo el transcurso de la agonía, desde la conmoción de la traición de Judas y su suicidio, el arresto y crucifixión del Maestro, el tener que esconderse por no saber si ellos correrían la misma suerte, y el dolor de haber perdido a quien les brindaba seguridad y alivio: al gran amigo, habían olvidado lo prometido.

"Cuando todavía estaba oscuro". En la vorágine de las grandes pruebas, ahí dónde las fibras más sensibles del corazón son estremecidas ante la amenaza de una pérdida inminente sin la posibilidad de recuperarla,  entre las acrobacias mentales y el estrés que recorre el cuerpo, y los químicos que produce el cerebro que hacen que los pensamientos se entorpezcan... Ahí, es donde, por razones obvias olvidamos lo que Dios ha dicho.

Dicen los que han pasado noches en vela que cuando ya va a amanecer, se pone más oscuro. Cuando la oscuridad abraza nuestras vidas y no podemos ver ni siquiera un atisbo de luz a la distancia, cuando las fuerzas sienten desfallecer,  la respiración no alcanza y arde el pecho, cuando el llanto ahoga nuestros pensamientos.... Así es, la oscuridad no es un lugar para disfrutar.

Jesús mismo tuvo su momento oscuro: bajó al mismo infierno y quitó las llaves de la muerte a Satanás. No creo que la travesía haya sido de lo más placentera. La Biblia no da detalles, pero ni siquiera la imaginación más frondosa puede acercarse siquiera a lo que en realidad fue.

La oscuridad es necesaria. Sin ella no valoramos la presencia de la luz. Es ahí donde se nos forza a caminar por fe, humanamente hablando no hay certeza ni seguridad alguna, el golpe puede venir por doquier, pero espiritualmente hablando, es ahí donde podemos aprender a confiar "ciegamente" en Aquel que nos ha prometido, y que jamás ha dejado caer ninguna de sus palabras a tierra.

Lo sé, no lo entendemos. Pero el reloj de Dios sigue corriendo y su tic-tac no se detiene. Habrá un momento, un día, una fecha en el calendario del Altísimo y entonces amanecerá. Y con los primeros rayos de luz, nuestros ojos podrán ver. "Y vio y creyó". Junto con la vista vendrá la fortaleza de nuestra fe, jamás volveremos a ser los mismos, puesto que nuestros ojos lo han visto, o mejor dicho, Le han visto. Hasta ese momento, entenderemos el por qué de la oscuridad. "Hasta entonces no habían entendido la Escritura, que dice que Jesús tenía que resucitar".

Era necesario que el Hijo de Dios pasara por todo ese sufrimiento. Una vez pasada la prueba tendría la mayor de las victorias. Y a través de El, muchos, miles, millones más también pudieran vivir.

Jesús nos mostró el camino a seguir en medio de la oscuridad. Si seguimos sus pasos, el tercer día llegará y volveremos a vivir, el aliento volverá, podremos sonreír, las vendas que nos ataban se caerán, la piedra, los problemas se removerán y podremos salir a la luz y caminar, hasta entonces podremos avanzar. Y con nuestro ejemplo y experiencia podremos decir a muchos, bendecirles con sabias palabras, diciéndoles: sigue adelante no temas, este momento pasará, a veces es necesaria la oscuridad, pero el día llegará y con el, la más grande de tus victorias.

Martha Martínez,
Agosto 2013.




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