Y Samuel dijo: ¿Se complace el SEÑOR tanto en holocaustos y sacrificios como en la obediencia a la voz del SEÑOR? He aquí, el obedecer es mejor que un sacrificio...
1 Samuel 15.22
Obediencia. Palabra de difícil acción.
Puedo verlo en mi pequeño de cuatro años. El es de carácter firme, y prefiere los castigos antes de doblegar su voluntad. Debo confesar que para su padre como para mí ha sido un gran desafío el enseñarlo a obedecer. El se las ingenia casi siempre para ver si se sale con la suya. Pero mamá y papá debemos permanecer firmes. Y no ha sido fácil.
Fue una de esas estresantes tardes cuando Dios me enseñó. Tuve que castigar a mi hijo por haberme desobedecido, cabe mencionar que me encontraba frustrada, hubiera preferido mejor que tan sólo hubiera atendido a mis palabras y se hubiera evitado de todo lo que conlleva una reprimenda. Estaba frustrada y preocupada. ¿Qué si por desobediente mi hijo sale lastimado?
Las reglas que mamá y papá ponen son para protegerlos. ¿Qué si mi hijo no entiende y en su desobediencia sale a la calle sin tener el más mínimo cuidado? Vivimos en una calle muy transitada, eso está siempre en mi mente, por poner sólo un ejemplo.
Pensaba en eso mientras lavaba los platos cuando mi niño llega por detrás, me extiende una hoja de papel y me dice: "toma mami, te dibujé un corazón. Ya no estés enojada conmigo."
¡Claro que lo abracé! Y le expliqué que me encantaban sus regalos, pero que me era más importante que me obedeciera. No quiero que se lastime. Le di un gran beso y contento se fue corriendo a jugar con su carrito de bombero.
Fue cuando el verso de 1 Samuel 15.22 vino a mi mente. Es por eso que Dios prefiere nuestra obediencia. Las reglas que El ha puesto en la Su Palabra (Toda la Biblia, no solo los 10 mandamientos), no son para fastidiarnos. No, al contrario, son para protegernos.
Y pensar que muy a menudo venimos ante El tratando de "comprarlo" con nuestros "regalitos" o "sacrificios" para tratar de "contentarlo" o de "obtener" algo de El, cuando El sólo ha pedido de nosotros OBEDIENCIA.
Dios jamás lo permita, pero, si algún día en desobediencia mi hijo sale corriendo a la calle, No importa cuántos dibujos o regalos me haya hecho ¡no los querré! ¡Yo lo quiero a El sano y sin ningún rasguño!
He ahí la importancia de que mi pequeño aprenda a obedecer desde las cosas más simples y cotidianas, como recoger sus juguetes, hasta las más importantes como permanecer en la banqueta.
Es por eso que Dios pide obediencia antes que sacrificios. No quiere nuestros "regalitos" o nuestras "promesas". El sabe que si desobedecemos (pecamos) puede perdernos para siempre en el lago de fuego eterno.
El pide que le obedezcamos porque El quiere tenernos a "nosotros" siempre a su lado por toda la eternidad.
Martha Martínez,
Enero 2014.
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