Hombre (y mujer), él te ha declarado lo que es bueno,
lo que pide Jehová de ti:
solamente hacer justicia,
amar misericordia
y humillarte ante tu Dios.
Miqueas 6.8
Tres cosas pide Dios de nosotros. Y quiero enfatizar que jamás nos las hubiera pedido si primero no nos hubiera dado testimonio.
Hay varios ejemplos en la Biblia, pero hoy sólo mencionaré a David el salmista.
Este hombre maravilloso, valiente, de buen parecer, vanguardista, creativo, fuerte guerrero y aún así lo suficientemente sensible como para escribir poesía, y el único hombre al cual se refieren como "conforme al corazón de Dios", fue capaz de cometer atrocidades. Así es, codició, adulteró, mintió y finalmente asesinó. (2 Samuel 12)
Si tuviéramos oportunidad de hablar personalmente, frente a frente con él, podríamos decirle: "David ¿Por qué lo hiciste?". Y con justo derecho reclamar. Pero no así nuestro Dios. Al ver su humillación y el corazón realmente arrepentido, le perdonó y jamás el asunto se volvió a mencionar. Es que, así es nuestro Dios.
El muestra su amor para con nosotros y su inmensa misericordia. De hecho, es ella lo que da sentido a la vida, pues son tantas las veces que fallamos que, a veces, aún nosotros mismos nos desaprobamos.
Hay quienes han decidido quitarse la vida por una falta que no pueden perdonar, se han dejado llevar por la culpa y la depresión, que ojalá supieran que hay misericordia y que hay perdón sin importar la magnitud del error. En verdad lo digo, no importa la magnitud. Para Dios no hay pecado grande o pequeño, todo pecado se le llama como tal, y es perdonado si hay arrepentimiento.
De ahí la importancia de conocer lo que dice la Biblia (manual de la vida).
Pero no es suficiente conocer, sino practicar. Porque la Palabra sin testimonio no tiene respaldo. Por ahí dicen que un acto habla más que mil palabras. Así que a actuar se ha dicho.
Y se me ha hablado fuerte. Tal vez Dios lee mi blog. (Un comentario demasiado arrogante, lo sé, me disculpo por eso) Pero he entendido que debo mirar a través de los ojos de la misericordia aunque tenga todo el derecho de reclamar y decir ¿"por qué lo hiciste?".
Si quiero tener el respaldo divino, tendré que ser congruente. Tuve que sacar todos aquellos recuerdos dolorosos y en mi mente, mirar a los ojos a cada persona que me lastimó, no fue fácil debo decir. Pero tuve que elevar una plegaria: "Dios mio, ayúdame a mirar a través de tu misericordia".
Y fue su ayuda la que me hizo decir: "Miro con misericordia a: ___________. Una vez más te perdono".
No lo sé, a veces tendremos que perdonarnos a nosotros mismos también, y tal vez debamos hacerlo una y otra vez, una y otra vez con cada persona que nos lastimó hasta que el proceso de sanidad termine. Sabré que ha terminado cuando el recuerdo sea solo eso, un recuerdo y que no despierte ningún tipo de sentimientos. Como aquella cicatriz que nos recuerda que alguna vez hubo una herida sangrante, pero que ahora, aunque quedó la marca, no hay más dolor.
Lo sé es un escrito diferente, pero supongo que es así como se derriba el aire de arrogancia con la que alguna vez escribí. He comprendido que en la vida hay que moverse con fuerza y cierta gracia, pero al mismo tiempo asegurarse de tener el corazón libre de rencor.
Misericordia es la estrategia.
Re-aprendiendo grandes y sencillas verdades,
Martha Martínez de Valle.
Mayo, 2014.
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