Estoy segura que ya lo he dicho antes: soy muy renuente al cambio.
Me encanta la rutina no me molesta en lo absoluto, me hace sentir segura y soy feliz haciendo prácticamente casi lo mismo semana tras semana. No creo que sea de las que se siente cómoda cambiando de ciudad o de ambiente cada tanto, esa no soy yo.
Así que, dicho lo anterior, el fin de semana pasado llega mi esposo y sin más me dice lleno de entusiasmo: "¡He metido a los niños a clase de natación a las 10 de la mañana, comienzan el lunes!"
Se sorprendió al ver mi cara de "Ha ocurrido un desastre". ¿Acaso no sabe él que ya tengo bien planeadas y organizadas mis mañanas? Lo primero que dije fue: ¿por qué en la mañana, acaso no había clases en la tarde? Y en efecto, no había clases por la tarde. Sentí cómo se me hizo un nudo en el estómago, no sé si de coraje o de solo pensar en el calor insoportable de por éstos rumbos que tenemos que soportar al estar a la intemperie (aunque estemos a la sombra).
Tuve que hacer algunos ajustes para no eliminar actividades de mi rutina matutina. Eso implica despertar hora y media más temprano para poder estar en casa a tiempo para dar desayuno, cambiar y llevar a los niños a natación...
Cabe mencionar que mi hijo está más que encantado con sus clases, pero mi niña...
El lunes lloró por media hora hasta que mamá fue a su rescate,
El martes no lloró pero al ser la más pequeña del grupo, el maestro no podía darle una atención personalizada, y por eso se la llevó toda la clase prendida de la orilla de la alberca, salvo cuando el maestro la llamaba para su turno...éstos dos días fueron una pesadilla para mí, cansada, con calor, y frustrada por no ver feliz a mi pequeña, llegaba todos los días molesta a casa, sólo para tomar mis cosas e ir a trabajar a la oficina.
Gracias a Dios nos llamaron para ofrecernos las clases personalizadas y hoy miércoles la historia dio un giro de 180 grados... mi hija al fin estaba igual de contenta que mi hijo de ser un pez en el agua. Ver sus sonrisas hizo que se me olvidaran todos los contratiempos, tomé a mi esposo del brazo mientras mirábamos a nuestros retoños dar sus primeros nados, le miré a los ojos y le di una gran sonrisa como diciendo: "Esta la mejor idea que has tenido".
Estoy segura que le he desconcertado. Pero no importa, sé que así me ama, y yo le amo, nuestros hijos son felices, y yo.... yo debo aprender a no ser tan renuente a los cambios.
Ya no tan renuente,
Martha Martínez de Valle.
Julio 2015
PD: Estoy teniendo problemas para subir fotos... =(
¡Hola a todos! Este es mi pequeño espacio en el que puedo alejarme del mundo y concentrarme sólo en mis pensamientos... Lo llamo: "Mi lugar Secreto..." Aquí escribo todas esas cosas que, por una u otra razón no son tan fáciles de decir, pero sí de escribir... Así que, !Bienvenido! te dejaré escuchar mis pensamientos.
miércoles, 29 de julio de 2015
Yo y mis berrinches...
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miércoles, 22 de julio de 2015
Seguir aprendiendo...
El fin de semana pasado salí a un viaje rápido al país vecino. No puedo decir que fueron vacaciones, pero así lo tomé. Al ser medre de dos pequeños y ofrecerme la oportunidad de salir y dejarlos con mi esposo por un fin de semana, no me pareció tan mala idea después de todo.
Salir de la rutina me supo a gloria y debo decir que tres días son más que suficientes. Disfrutaba mis vacaciones, pero mi corazón se había quedado en casa. Igual, me decía a mi misma que todo estaba bien, así que me enfoqué en el viaje.
¡Cuánto aprendizaje! Íbamos solamente mi hermano, mi madre y yo. Y de cierta manera, no pude dejar de sentirme un tanto dependiente de mi progenitora. La acompañamos, pues, ella daría unas conferencias para matrimonios, y al verla de lejos, hablar con tanta seguridad y naturalidad, de pronto lo supe... ¡Qué importante es tener un tutor en la vida!
Es muy difícil imitar lo que no se ve. Es muy difícil para un hombre ser un buen padre cuando su mismo padre les abandonó incluso antes de que naciera, no digo que sea imposible, pero lo seguro es que éste hijo sin padre tendrá duros momentos tratando de averiguar cómo ser un buen papá, tendrá que avanzar como un vehículo todo terreno por caminos inexplorados para él, encontrándose con obstáculos a cada momento para poder avanzar y dejar un camino que sus propios hijos puedan seguir.
Algo parecido sucede con los líderes. Para ser un buen líder es necesario tener un buen tutor y la humildad suficiente para estar dispuesto a aprender. Dichosos los que han encontrado a "ese" que esté dispuesto a vaciar en sus seguidores sus conocimientos y experiencias. Y si se es sabio, dichoso aquel que está dispuesto a esperar y aprender de su maestro.
Mirando a mi madre supe que aún tengo tantas cosas qué aprender... No podía dejar de mirarla allá cuando estaba al frente. Tan solo suspiraba aliviada de saber que sigo aprendiendo... ¡Con razón algunas cosas no empezaban a encajar en mi vida! Es tiempo de esperar, observar y aprender... sí, aprender y seguir aprendiendo.
Aprendiendo de la mejor,
Martha Martínez de Valle.
Julio 2015
Salir de la rutina me supo a gloria y debo decir que tres días son más que suficientes. Disfrutaba mis vacaciones, pero mi corazón se había quedado en casa. Igual, me decía a mi misma que todo estaba bien, así que me enfoqué en el viaje.
¡Cuánto aprendizaje! Íbamos solamente mi hermano, mi madre y yo. Y de cierta manera, no pude dejar de sentirme un tanto dependiente de mi progenitora. La acompañamos, pues, ella daría unas conferencias para matrimonios, y al verla de lejos, hablar con tanta seguridad y naturalidad, de pronto lo supe... ¡Qué importante es tener un tutor en la vida!
Es muy difícil imitar lo que no se ve. Es muy difícil para un hombre ser un buen padre cuando su mismo padre les abandonó incluso antes de que naciera, no digo que sea imposible, pero lo seguro es que éste hijo sin padre tendrá duros momentos tratando de averiguar cómo ser un buen papá, tendrá que avanzar como un vehículo todo terreno por caminos inexplorados para él, encontrándose con obstáculos a cada momento para poder avanzar y dejar un camino que sus propios hijos puedan seguir.
Algo parecido sucede con los líderes. Para ser un buen líder es necesario tener un buen tutor y la humildad suficiente para estar dispuesto a aprender. Dichosos los que han encontrado a "ese" que esté dispuesto a vaciar en sus seguidores sus conocimientos y experiencias. Y si se es sabio, dichoso aquel que está dispuesto a esperar y aprender de su maestro.
Mirando a mi madre supe que aún tengo tantas cosas qué aprender... No podía dejar de mirarla allá cuando estaba al frente. Tan solo suspiraba aliviada de saber que sigo aprendiendo... ¡Con razón algunas cosas no empezaban a encajar en mi vida! Es tiempo de esperar, observar y aprender... sí, aprender y seguir aprendiendo.
Aprendiendo de la mejor,
Martha Martínez de Valle.
Julio 2015
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lunes, 13 de julio de 2015
De la melancolía al asombro...
Que me ha entrado la melancolía!!
Y toda la culpa la tiene Israel Kamakawiwo'Ole...Escuchar la guitarra Ukulele me transporta inmediatamente a nuestra luna de miel en Hawaii. Y creo que me he quedado corta de letras al querer expresar lo que mi alma siente. A casi ocho años atrás, aún agradezco a Dios por el hombre que ha puesto a mi lado. Punto, el resto quiero guardármelo sólo para mí, pero lo único que diré es que me siento como una recién enamorada. Basta. No más cursilerías y melancolías por hoy.
Por otro lado, me siento asombrada. La semana pasada fue de satisfacciones. Las oportunidades en la vida hay que aprovecharlas, y si no lo hacemos, no podemos molestarnos con aquellos que sí estuvieron dispuestos a tomar los riesgos que nosotros no tomamos. Y si la oportunidad se pasa, la vida, rara vez se encarga de darnos una segunda oportunidad. Así de voraz es ella.
¡Pero hay un Dios! Y creo que cuando le incluimos en la ecuación, Él se encarga de sorprendernos de vez en cuando , y las segundas oportunidades no se hacen esperar. Hace unos días, mis ojos pudieron ver un par de milagros. Cuando la vida dijo: "no", Dios dijo: "Sí, porque mejore planes tengo para ti". No puedo ser muy explícita, para guardar la privacidad de quienes hablo, pero no hay nada más satisfactorio que ver a una persona ocupando el lugar que vino a tomar en este mundo.
¡Puedo ver amplias sonrisas y ojos brillantes! Puede que al momento no llenen los parámetros que la sociedad define como "Éxito", pero verles operar en su campo de acción y ver cómo todo lo demás se acomoda para funcionar a favor de ellos, es simplemente asombroso. Si siguen ese camino, el "Éxito" eventualmente llegará, lo importante es que ellos ya se sienten exitosos y sus semblantes lo confirman.
Si logramos encontrar esa(s) cosa(s) que sabemos que hacemos bien y que nos llena de satisfacción hacer seremos bendecidos. No hay cosa más triste que pasar el resto de nuestros días haciendo aquello que no nos llena, que al contrario, nos deja más vacíos. Y peor aun, llegar al final de nuestros días sin fuerzas, sin sonrisas, sin brillo en los ojos y con ese vacío en el corazón.
Así que, ya sea que dirijas una empresa u organización, que estés al frente de una familia o frente a una computadora, o que sólo toques el Ukulele pero con el corazón... si eso es lo que te llena de satisfacción y fuiste llamado a hacer, hazlo. El resto te lo agradeceremos, pues tu vida nos bendecirá y honrarás a tu Creador.
Melancólica, Asombrada y Bendecida,
Martha Martínez de Valle.
Julio 2015.
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viernes, 3 de julio de 2015
La arreglada de cabello.
...pues que me he arreglado el cabello.
Recuerdo que antes escribía de cosas más triviales, no importaba el tema, simplemente las palabras fluían; hoy, me cuesta un poco más trabajo hacerlo. No sé, tal vez al fin estoy madurando y las trivialidades ya no son tan importantes.
¿Será que antes era más ingenua? o simplemente tenía una boca muy grande. Puede que la lengua me funcionara más rápido que el cerebro y con mucha más facilidad expresara mis sentimientos. ¿Quién sabe?
Pero me causa cierta gracia ver comentarios de otras pequeñas almas ingenuas hablar de temas como matrimonio cuando no están casadas, o de la sabiduría de la vida cuando ni los treinta han alcanzado, y antes que te molestes conmigo, deja te digo que yo era igual.
Pero la vida se encarga de dar ciertos giros inesperados, y de pronto tu mundo tal cual lo conociste se vuelve un terreno inexplorado.
Creo que cuando somos demasiado jóvenes, somos a menudo arrogantes como para esperar a aprender algunas cosas... pero la vida es excelente maestro, ella se encarga de enseñarnos un par de cosas, o tal vez tres. Si esperas un poco, te darás cuenta que hay cosas más adelante en el camino, y que era mucho más fácil hablar o escribir de ello, que vivirlo.
Es como si aprendiéramos primero la teoría, pero llega el momento de poner todo en práctica, y ahí es donde sale a flote qué tan buenos estudiantes fuimos... pero no hay de qué preocuparse, en la vida no hay reprobados, solo personas recuperando sus materias. Tendremos que repetir una y otra vez el tema hasta que lo dominemos, y una vez logrado, somos promovidos al siguiente nivel.
Es cíclico... cuando creías haber dominado el arte de vivir, el nuevo nivel trae nuevos retos, nuevos demonios y gigantes a vencer. Habrá que tomar aire nuevamente y emprender la lucha otra vez...Sí, otra vez.
Es simple, no hay mucho que filosofar. Pero en un mundo en constante cambio, vale la pena detenernos a pensar: "¿Qué es lo que he aprendido a lo largo del camino?". Si puedes mirar hacia atrás y recordar a quiénes en algún momento te ayudaron, lo has hecho bien; si no es así, no has aprendido lo fundamental y estás en grande riesgo. La ingratitud te vuelve ciego.
Estoy aprendiendo a apreciar éste nuevo terreno, ¡Oh! ¿Qué si me ha costado trabajo? Claro que sí, pero estoy empezando a agradecer todo lo aprendido. Y de pronto, me encuentro en mi nueva "normal", y ya no me incomoda, es lo cotidiano y me siento bien.
Las visitas al salón de belleza no son tan fundamentales como antaño: ropa limpia, cambiar pañales y tener cena temprano le han sustituido... pero hoy fui a arreglarme el cabello, y se siente bien, no lo niego; pero mejor se siente saber que "algo" he aprendido a lo largo del camino.
En nuevos terrenos,
Martha Martínez de Valle.
Julio 2015
Recuerdo que antes escribía de cosas más triviales, no importaba el tema, simplemente las palabras fluían; hoy, me cuesta un poco más trabajo hacerlo. No sé, tal vez al fin estoy madurando y las trivialidades ya no son tan importantes.
¿Será que antes era más ingenua? o simplemente tenía una boca muy grande. Puede que la lengua me funcionara más rápido que el cerebro y con mucha más facilidad expresara mis sentimientos. ¿Quién sabe?
Pero me causa cierta gracia ver comentarios de otras pequeñas almas ingenuas hablar de temas como matrimonio cuando no están casadas, o de la sabiduría de la vida cuando ni los treinta han alcanzado, y antes que te molestes conmigo, deja te digo que yo era igual.
Pero la vida se encarga de dar ciertos giros inesperados, y de pronto tu mundo tal cual lo conociste se vuelve un terreno inexplorado.
Creo que cuando somos demasiado jóvenes, somos a menudo arrogantes como para esperar a aprender algunas cosas... pero la vida es excelente maestro, ella se encarga de enseñarnos un par de cosas, o tal vez tres. Si esperas un poco, te darás cuenta que hay cosas más adelante en el camino, y que era mucho más fácil hablar o escribir de ello, que vivirlo.
Es como si aprendiéramos primero la teoría, pero llega el momento de poner todo en práctica, y ahí es donde sale a flote qué tan buenos estudiantes fuimos... pero no hay de qué preocuparse, en la vida no hay reprobados, solo personas recuperando sus materias. Tendremos que repetir una y otra vez el tema hasta que lo dominemos, y una vez logrado, somos promovidos al siguiente nivel.
Es cíclico... cuando creías haber dominado el arte de vivir, el nuevo nivel trae nuevos retos, nuevos demonios y gigantes a vencer. Habrá que tomar aire nuevamente y emprender la lucha otra vez...Sí, otra vez.
Es simple, no hay mucho que filosofar. Pero en un mundo en constante cambio, vale la pena detenernos a pensar: "¿Qué es lo que he aprendido a lo largo del camino?". Si puedes mirar hacia atrás y recordar a quiénes en algún momento te ayudaron, lo has hecho bien; si no es así, no has aprendido lo fundamental y estás en grande riesgo. La ingratitud te vuelve ciego.
Estoy aprendiendo a apreciar éste nuevo terreno, ¡Oh! ¿Qué si me ha costado trabajo? Claro que sí, pero estoy empezando a agradecer todo lo aprendido. Y de pronto, me encuentro en mi nueva "normal", y ya no me incomoda, es lo cotidiano y me siento bien.
Las visitas al salón de belleza no son tan fundamentales como antaño: ropa limpia, cambiar pañales y tener cena temprano le han sustituido... pero hoy fui a arreglarme el cabello, y se siente bien, no lo niego; pero mejor se siente saber que "algo" he aprendido a lo largo del camino.
En nuevos terrenos,
Martha Martínez de Valle.
Julio 2015
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